Una historia sobre la comunicación
Había una vez una niña muy pequeña que intentaba comunicarse con su familia pero no conseguía que la entendieran. Ella hablaba y hablaba, pero por más que expresara sus sentimientos, lo único que conseguía de sus seres queridos eran miradas de sorpresa e incomprensión, ya que solo le salían sonidos sin significado. La niña tenía mucha fuerza pero al no poder comunicarse, se sentía frustrada. Tan solo su padre, que parecía no necesitar entender lo que decía, tenía fe en que algún día su hija podría expresarse sin miedo.
— No la entendemos, pero eso no significa que no hable. Ella dice. Y cuando esté preparada, lo dirá en nuestro idioma también. — decía, cuando su mujer o su suegra se frustraban. — Solo debemos ser pacientes. Quizá si le leemos, acabaremos comunicándonos con ella.
Y eso fue lo que hicieron. Todos los días, su padre llegaba del trabajo y le pedía a su hija que eligiera un cuento. Y ella siempre elegía el mismo. Un libro lleno de dibujos que le hacían sonreír, retorciéndose de felicidad y soltando carcajadas sonoras cuando su padre pasaba las hojas junto a ella.
Transcurrieron muchos días hasta que una noche, en una de las páginas de su cuento favorito, señaló como siempre dos peces rojos saltando en el aire desde el agua. El padre tocó con delicadeza los rizos negros de su hija y le dijo:
— Te quiero, mi amor.
La niña se sintió tan amada y a gusto con su padre que miró a los peces en el aire, luego a su padre, sonrió abiertamente, y dijo en voz baja:
Y así fue como Gabriela habló por primera vez.
Ahora es una adulta y se dedica a comunicar a través de las miles de cosas que hace con sus manos para que todos sus portadores sientan su fuerza y su vibración. Y queriendo rendir homenaje a la primera vez que consiguió romper una barrera gracias al amor, uniendo esas tres palabras le ha dado nombre a su vocación.
Cris Novela, escrito con mucho cariño para Pecesconflaire