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¿Sientes inflamación?

  • Foto del escritor: Cristina Novela
    Cristina Novela
  • 3 ago
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 5 ago

Este año, he recibido a muchas personas con inflamación, especialmente en el intestino, estómago y colon. 


Lo repito una y otra vez: la energía es bastante clara cuando habla. Si tienes el intestino inflamado, es porque hay algo que no estás digiriendo. Es algo que no permites que fluya en ti. 


Somos un tubo por el que pasa constantemente la energía de aquello con lo que interactuamos. Si nos vamos de vacaciones, la energía del sitio nos afectará. Si conocemos a alguien o quedamos con algún amigo, su energía nos afectará. Y si vemos algo en redes sociales o recordamos algún momento, su energía nos afectará.


Y esto es porque la energía no es más que información. Unos y ceros que luego tú descodificas en base a tu idioma personal. Por eso hay situaciones que te dan mucho miedo y a otras personas no. Por ejemplo, durante las turbulencias de un avión. La energía de los pasajeros de tu alrededor pasa por tu tubo y en base a tus creencias la recibes con una interpretación u otra, convirtiéndola en unas emociones u otras. Si la emoción es agradable, la disfrutas. Y si es desagradable, la rechazas y la registras como traumática


Así de maravilloso y complicado es este mundo energético. Existe tu cuerpo, y existe tu energía. Y lo que hay en medio son tus emociones. Si dejaras que pasara por tu tubo interior toda la energía que vas canalizando a lo largo del día sin juzgarla (solo observándola), vivirías en absoluta paz. Pero te agarras a ella: lo que te gusta te produce placer y entonces te vuelves adicto; y lo que te disgusta lo observas con tanta atención que también lo agarras. Así bloqueas tu tubo. Y entonces te inflamas.


Me imagino que te preguntarás que cómo es posible que nos agarremos a las emociones desagradables. Es simple: el ser humano quiere controlar constantemente su entorno, es un mecanismo que desarrollamos y afinamos cada vez más. Queremos controlarlo todo. Intentamos registrar nuestros peligros para que no vuelvan a ocurrirnos, o para sentirnos preparados si vuelven a darse. Y todavía llegamos más lejos: nos hemos vuelto adictos a ese estado de alerta y estrés constante. 


Tu inflamación no es más que una energía de algo que no has permitido que fluya. ¿No has querido cambiar de camino cuando la vida te lo ha presentado? Tendrás los pies, las rodillas o las piernas inflamadas. ¿No quieres dejar alguna situación personal marchar? Tendrás estreñimiento o cistitis crónica. ¿Tienes inflamación en las encías? Tus dientes sirven para comer (para recibir energía de este planeta) y para defenderte. Quizá hay algo en alguna de estas áreas que te interese explorar. 


Lo importante es que mires sin miedo, que observes qué te pide tu interior que dejes marchar lo que necesite fluir. A lo mejor es algo que simplemente tienes que aceptar. Y si no es eso, tengo que darte una noticia: significa que toca cambiar. 


Cambiar para desinflamar.


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